Y en ese treinta y uno de julio del año dos mil once, gris y lluvioso, un manto de cristalina nieve, coronó tu partida, desafiando tus dotes de poeta; más aún con tus labios yertos, tus palabras pervivirán a quienes conocieron tu grandeza humana e intelectual.
Así, recuerdo aquel día que pronunciastes un instante del vivir, con palabras espontáneas, reflejándolas en estos versos:
Así, recuerdo aquel día que pronunciastes un instante del vivir, con palabras espontáneas, reflejándolas en estos versos:
"En esta tarde, sí,
en esta tarde...
que ya declina al son de los relojes
y se apaga la luz del universo,
quiero encontrarte, Dios, por un sendero
que tu y yo recorrimos en la vida,
en un rincón de tiempos y cadencias;
y nos dijimos cosas
mientras ambos buscabamos encuentros.
Y es en esta tarde...
en el momento exacto
de las augustas sombras,
cuando calló mi voz
en la dulzura del ocaso".
Eduardo Francisco Ferreira Sobral
de las augustas sombras,
cuando calló mi voz
en la dulzura del ocaso".
Eduardo Francisco Ferreira Sobral